DON ELIAS

Don Elías tenía serena la mirada,
ochenta y tres cumplidos a su gusto y manera,
mi padre en el negocio, cuando él saludaba,
sonreía y decía: Elías,¡qué sorpresa!.
Los unía una historia de años y de trabajo,
era un cliente del barrio, yo era un niño y recuerdo,
su voz que me decía: "estudia, que los años
no te pasen en vano, aprovecha el colegio".
Un día pregunté a papá por Elías
por qué quería tanto a ése hombre tan viejo,
me dijo: yo fui niño, y mi padre al trabajo
me llevaba seguido, como yo a tí al colegio.
Elías era el dueño de la empresa en que padre
trabajó tantos años y entre tantos obreros,
lo ví como un patrón riguroso y distante
pero él fue uno mas, campechano y bohemio
que andaba como en casa por los días feriados
y así como hoy te trata, cariñoso y sincero
le hablaba a mis diez años, diciendo por lo bajo:
"aprovecha y aprende, estudia, mi pequeño".
Luego vino la racha, muchas puertas cerraron,
pero el pagó sus cuentas hasta el último peso,
a mi padre le dijo: tú quédate otro año,
aún te falta aprender, y tienes dos pequeños.
Forjaron amistad de las de otra época,
cuando con la palabra los tratos eran hechos,
le enseñó de negocios , de números y reglas,
y pasado ése año, le dijo: ya es tu tiempo,
ya estás bien preparado, aquí está ésta es tu parte,
como si fuera el día de hoy aún lo recuerdo:
"pon negocio en el barrio que saldrás adelante
que si algo faltara, yo lo agrego, prometo".
Como hermanos que se aman, se abrazaron con fuerza
mi padre prosperó con el curso del tiempo,
Don Elías, austero, llegó hasta los ochenta
y vive jubilado como un viejo del pueblo.
Le fío la comida hace ya muchos años,
le doy de mi cosecha el mejor alimento,
hizo rico a mi padre siendo un jubilado,
mi padre me hizo sabio contemplando su ejemplo.
Con su humildad invita al leal al al respeto,
dando a tiempo el ejemplo a formado a los sabios,
sus caminos son rectos a los ojos del justo,
y es su mano sinónimo de favor sin engaños.
Elías no es un hombre ni común ni corriente,
no es a quien se le omiten o le nieguen favores,
su risa es una música que perfuma el sendero
su alma es como un roble hogar de ruiseñores.
Yo a diario lo saludo y quisiera abrazarlo,
me alegra su bondad me motivan los sueños,
tú eres brote tierno, él un árbol frondoso
de tí quiero la dicha y de él su contento.
No fué ni será nunca uno más entre tantos
es un sabio genuino, visionario y maduro,
como el gran Victor Hugo lo dijera hace años:
"aunque rico era un hombre inclinado a ser justo".
Yo no niego favores hace ya muchos años,
el que tiene me paga y al que no, doy con gusto,
mi padre aprendió éso de él en el pasado,
me enseñó luego a mí, y cuando ésto sea tuyo,
sepas ser un señor, y el barrio te respete
por lo mucho que vales y te embargue el orgullo
de ser como tu abuelo y a tu hijo le hables
del viejo Don Elías, sus consejos de estudio,
dictado por los años de experiencia y de calle,
enseñado por alguien a tu querido abuelo
en los tiempos que sobran y huelgan las palabras
donde mandan a diario la fuerza de los hechos.
Ése alguien fue Elías, quien con paso cansado
de ochenta y tres cumplidos a su gusto y manera
sigue cerrando trato con apretón de manos
y a quien le digo a diario: Elías,¡que sorpresa!.

Marcelo Pablo Rinaldi

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