TU SABES MAS DEL AMOR...

*Este poema alude, en su introducción
 a un poema de José Zorrilla 

"A buen juez mejor testigo"
 del romanticismo español.


Me he deleitado leyendo                            

un poema de hace tiempo
aquel acerca de Inés                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       
y del capitán  Don Diego.
El del amor esperante
en esa Imperial Toledo
donde el Cid sobre Babieca
anduvieron hace tiempo.
El del Cristo de la Vega
y el famoso juramento
que ante la guerra de Flandes
ambos amantes hicieron* 
Volví a ésa antigua lectura
como quien busca un consejo
acerca de los amores
con que acarician los cielos.
Me ha besado el corazón
un amor de mi embeleso
y lo sigo por el mundo
ora triste, ora contento.
Quisiera hallar a ésa dulce
entre sus cuentas y vueltos
la hermosa de mis amores
y maestra a quien venero.
Es un amor de la vida
la llevo en medio del pecho
y es que siento su ternura
como la de Inés a Diego
Se acurruca en mi nostalgia
hace nido en lo que siento
y recuerdo sus ojazos
con los que flecho mi lecho.
Su cara es la porcelana
mas fina de todo el Reino
son sus ojos la ventana
al esplendor de lo interno
Su seducción es un arte
que inspira mágicos versos
con los cuales en papeles
escribo entre mis silencios.
Don Diego negó a su Inés
cuando en Flandes lo ascendieron
y fue el Cristo de la Vega
testigo de ése pleito
Zorrilla lo narra simple
con maestría en sus versos,
donde el Redentor habló
y los amantes temieron.
Y aunque no negué a éste amor
confieso que tengo miedo
es que espero su ternura
y no es éso lo que encuentro
Necesito un Cristo mío
que me ayude en el momento
y que ella fleche mi alma
como ha flechado mi lecho.
Quizás, Redentor y amigo,
puedas ayudarme en ésto,
me has ayudado mil veces,
y es por éso que te quiero.
Es que a ésta hermosa mujer
tan distinta a las del resto
por inmensa y por bonita
quiero amarla todo el tiempo.
Sé que debo aprender mucho
para éso eres Maestro
y como todo en la vida
hay que aprender con el tiempo
Pero yo quiero sus ojos
como si un niño pequeño
necesitara un juguete
para sentirse contento.
Por éso me acerqué a tí
Redentor, sabio y maestro,
Dios de corona de espinas
que tienes vida del cielo.
Quizás oyéndote a tí
ponga sus ojos de nuevo
en los míos y su nombre
yo murmure ante su gesto.
No quiero olvidarme de ella
esa princesa es del cielo
la dama de corazones
de la baraja que tengo.
Y si sufro por amor
bienvenido el sufrimiento
le toca a cada dolor
la recompensa a su tiempo.
Quisiera estar a su altura
pero soy algo modesto
mi traza no es elegante
no soy, ni joven, ni viejo,
y ella es para mí
la joya con la que cuento
que se vuelve musa y arte
cuando estoy entre mis versos.
Verás tú si has de ayudarme,
por el momento no hay pleitos
sólo unos simples rechazos
que no me ponen contento.
Y aunque agua haya corrido
debajo del puente nuestro
no quiero guerra de Flandes
sino el calor de su cuerpo.
Perdona que me explayase
no debe sobrarte el tiempo
tienes cosas importantes
que resolver en tu Reino.
Amigo, te necesito,
te lo digo muy en serio
añoro días de antaño
amores que ya se fueron
Y ésta flor de primavera
que ha brotado en mis inviernos
la he esperado como Inés
hubo esperado a Don Diego.
Es un amor de la vida
por el cual lloro en secreto
porque el amor tiene rosas
y espinas a un mismo tiempo.
Decide tú lo que hacer
el tema en tus manos dejo
sabes tú mas del amor
que quien escribe estos versos.

Marcelo Rinaldi

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